No todos los días uno tiene en el Google Calendar agendado: agradecerle a la reina de Inglaterra», dijo Patricio Orozco en el discurso que ofreció en abril pasado, cuando en manos del Embajador del Reino Unido en Argentina, Mark Kent, recibió la British Empire Medal (BEM). Condecoración, en nombre de la Reina Isabel II, que colgó en su pecho por divulgada la cultura británica en el país, en especial por su trabajo referido a William Shakespeare. Orozco, como destacó Kent, «le quitó el peso elitista y celebra a Bardo de las formas más diversas».

Hace memoria e intenta encontrar el momento en el que el autor de clásicos universales tomó por completo su vida. «Umm, creo que cuando comencé a estudiar teatro -confiesa Orozco, el hombre que 2010 creó el Festival Shakespeare Buenos Aires, primer encuentro de este tipo en Latinoamérica dedicado al autor-. Cuando sos parte de ese mundo, Shakespeare pasa a ser el Himalaya. Podés hacer palestra toda tu vida, pero sabés que el Himalaya está esperándote. Depende de vos, si vas a animarte a hacerlo o no. Y sinceramente yo no quería perderme esa oportunidad».

Su relación con el arte no fue hereditaria, la construyó con el tiempo, con curiosidad. «En mi familia no tenemos un pasado artístico. Puedo llegar a pensar en mi bisabuelo, que trabajó en la construcción del Teatro Colón. Tan impactado quedó con aquella experiencia que a su hija, o sea, a mi abuela, la llamo Aída (la ópera con la que corrió por primera vez su telón). Lo mío no iba por ahí. Terminé el secundario y me puse a estudiar abogacía, para asegurarme una salida laboral [cursó dos años]. Ojo, yo ya trabajaba. Comencé a los 14 años, en un lugar que se llamaba Coconor, un balneario que no existe más. Allí, dos chicas me dieron una tarjeta para probarme en publicidad y así comencé a hacer casting para publicidades. Hasta me presenté a Jugate conmigo«.

 
 
Fuente: LA NACION – Crédito: Martín Lucesole
 

¿El programa de Cris Morena?

 

Sí, faltó muy poquito para que quedara, para que llegara a la final. No sabés lo que fue crecer viendo a los chicos de Cris jugar a la pelota con Maradona, hacer ese tipo de cosas. Fue durante el rodaje de una publicidad, en Chile, que un actor me dijo que si realmente quería hacer algo con la actuación, tenía que estudiar con Agustín Alezzo. Y ahí fue donde explotó todo, donde me dije: ‘Quiero dedicarme a esto’. Los primeros dos años los hice con Lizardo Laphitz y después con Alezzo. Seguí con talleres de actuación y dirección con Augusto Fernandes, Felisa Yeni, Javier Daulte y Alejandro Maci, entre otros. Pero también estudié publicidad y makerting, siempre me interesó ese mundillo, ese detrás de escena. Con el tiempo trabajé en diferentes agencias y poco a poco comencé a volcarme en marketing educativo y deportivo.

 

También coqueteaste con las artes plásticas.

Me presenté en un concurso en el Bellas Artes que otorgaba becas para hacer clínicas. Gané y tuve un tutor que me ayudó a recorrer ese camino que desconocía. Recuerdo una vez que me dijo que alquilara la película Pollock (con Ed Harris). La saqué del videoclub y cuando la vi, me di cuenta que yo estaba haciendo lo mismo, que no era original. Ya con la película vista, el tutor me dijo: la mala noticia es que Pollock ya lo hizo y vende millones; la buena es que se murió y si vos empezás a trabajar donde él dejo, si hacés una evolución de eso, siempre hay un camino. Hice lo mío, claramente nunca fui Pollock, pero llegué a vender cuadros acá y en París. Y estando allá, en Francia, conocí a una compañía irlandesa que estaba organizando un festival por el centenario del nacimiento de Beckett. Fue en 2006. Recuerdo que volví y fui a verlo a Miguel Guerberof, que en ese momento tenía el teatro Beckett y le dije que teníamos que hacer algo. Se entusiasmó. Y ahí empezamos. Armamos el festival por los 100 años del nacimiento del autor irlandés.

 
Siempre me gustó esa idea de que Shakespeare es el autor de las palabras y Beckett, el de los silencios

Patricio Orozco

Un festival que llevaste adelante por diez años.

Sí, no fue fácil. Lamentablemente, Miguel falleció cuando estábamos pensando en el segundo. A Beckett lo conocí cuando estudiaba con Javier Daulte y Felisa Yeni. Tuve que hacer una escena de Final de partida y quedé maravillado.

Durante esos diez años participaron 53 compañías compuestas por artistas nacionales y elencos de Francia, Irlanda, España, Inglaterra, Chile, Brasil y Colombia. «Siempre mantuvimos el espíritu original de las puestas, pero por sobre todo, buscamos darle oportunidad a nuevos elencos, a jóvenes académicos, buscamos que sea una puerta de ingreso al mundo becketteano«.

Tal fascinación por Beckett te llevó a escribir una biografía sobre el ganador del Premio Nobel.

Sí, la financió el Instituto Nacional de Teatro. Fue la primera biografía que se escribió en castellano. Fue un proceso de muchos años de juntar material. Uno nunca termina de escribir una biografía, porque siempre encontrás a alguien que tiene algo más que contarte. Siempre me interesó ponerme al servicio de los autores.

De alguna forma te propusiste derribar los prejuicios que existen con autores como Beckett y Shakespeare: aburridos, crípticos, demasiado académicos, solo aptos para una elite.

La idea siempre fue poder acercar a estos autores al público. Shakespeare, por ejemplo, no escribía para ser leído, sino para ser representado, él hacía obras para el público, no lo hacía para el ámbito académico, sino para el público popular, analfabeto. Pensemos que en el teatro isabelino, el público estaba adentro de la escena.

En 2013 llevaste adelante el proyecto del Teatro Shakespeare, que evocaba a los teatros isabelinos.

Sí, estaba construido con una estructura tubular que permite moverlo de parque en parque. Nuestra intención fue devolver Shakespeare a un ámbito parecido al que él usaba para estrenar sus textos. Un espacio popular, con actores y público de pie mirándose a la cara, con diálogos permanentes con el público. Los textos de Shakespeare toman una nueva dimensión en este tipo de teatros.

 
En 2010, inició el Festival Shakespeare porteño; su otra gran pasión es Beckett
En 2010, inició el Festival Shakespeare porteño; su otra gran pasión es Beckett Fuente: LA NACION – Crédito: Martín Lucesole

Al repasar el currículum de Patricio, se destaca su formación en la Royal Shakespeare Company, ubicada en Stratford Upon Avon, donde nació y murió el genial autor inglés. «Me animé y me anoté. En ese momento me ayudó económicamente mi tía que estaba en pareja con un señor de una muy buena posición económica. Y así fue».

Gracias a su madre, como bien señala («mi santa madre»), él aprendió inglés. «Mi mamá hizo todo lo posible para que accediera a una buena educación, me anotó en un colegio bilingüe porque consideraba que era importante que estudiara un idioma». Entre los invitados a la ceremonia que se realizó en la Embajada Británica, en las primeras filas se encontraban cuatro de las maestras de aquellos años de escuela primaria. «Agradezco en castellano -bromeó Orozco-, porque temo que se enojen con mi pronunciación».

Es frecuente hablar de la permanencia de Shakespeare en los escenarios del mundo. «William Shakespeare describe el alma humana como nadie -dice convencido Orozco-. El alto nivel poético y la precisión con la que llega al nervio del hombre para develar los sentimientos más secretos, son únicos. Por esto sigue vigente y es un clásico universal.»

El año próximo, el Festival Shakespeare en Argentina celebrará su décima edición. «Siempre he tenido una profunda admiración por Shakespeare y por Beckett, por estos dos autores que han descripto la condición humana y su contexto existencial como nadie -reconoce-. Tras la experiencia con el Festival Beckett, pensé que podíamos hacer uno en honor a William. Siempre me gustó esa idea de que Shakespeare es el autor de las palabras y Beckett, el de los silencios, así que tengo bien balanceadas mis pasiones».

Figuras del mundo como Judi Dench, IanMcKellen, Peter Brook y Kenneth Branagh celebran el Festival Shakespeare

Entre los tantos recuerdos y anécdotas que se apoderan de la charla, Orozco recuerda la apuesta de la tragedia Tito Andrónico que vio cuando cursaba en la Royal Shakespeare Company. «En un costado del escenario apareció Tito explicando en un texto largo lo que había pasado, lo que sufría -describe-; en la otra punta, se veía a la hija de Tito con sus manos mutiladas, la lengua cortada, violada, una escena digna de Goya. Con cierta arrogancia, el profesor preguntó qué nos había quedado de la puesta. Yo pensé que esa escena, así, no era posible. Tito es latino. Yo soy latino y si veo a mi hija así, lo primero que hago es abrazarla. Muchos de los personajes de Shakespeare son latinos y me detuve en esa idea. Así que la respuesta fue: lo latino.»

Aquella experiencia, ese afirmar «lo latino» sirvió de impulso para crear, en 2010, el primer festival latinoamericano dedicado a Shakespeare. «El éxito del primero fue inmediato, con todas las funciones con localidades agotadas y gran repercusión en la prensa. Se gestó así un festival que es único por su temática en Latinoamérica. Así se estableció una cita anual entre el público argentino y artistas e investigadores nacionales y extranjeros apasionados por la obra de este autor».

Con el apoyo de diversas empresas y el Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el festival tomó una nueva dimensión con una amplia oferta de espectáculos, talleres y actividades recreativas que se ofrecen de manera gratuita y que incluyen diferentes disciplinas como danza y música renacentista, cine, ópera, recreacionismo medieval. «Me gusta el espíritu popular que tienen los festivales en los parques, como el de Nueva York o el de Regent’s Park en Londres, por eso me gustan incluir las actividades como caminatas o bicicleteadas shakespeareanas que son únicas en el mundo. Pero en un momento tuvimos que reinventarnos -aclara- porque el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires nos quitó el apoyo».

¿Cuál fue la razón?

Nos dijeron que no había presupuesto. Darío Lopérfido (en su momento Ministro de Cultura de la Ciudad) mandó un e-mail diciendo que no iban a auspiciarlo. Fue un golpe. Propuse que nos prestaran las sedes como el Centro Cultural Recoleta, la Usina del Arte, para poder hacer encuentros allí, recibir a los invitados. Pero también se negó hacerlo. Cuando asumió Ángel Mahler, volvimos a insistir, sin suerte. El festival se hizo igual, lo transformamos en una red a la que sumamos las ciudades de Mendoza, Salta, Córdoba, Corrientes, San Isidro, entre otras. Ahora ya estamos pensando en la décima edición, queremos tirar la casa por la ventana, pero aún, no tenemos casa.

En esta búsqueda por acercar la obra del autor inglés a todos los públicos posibles, Orozco trabaja al frente de la Fundación Romeo para promover el desarrollo de las artes escénicas como base fundamental para la integración de los seres humanos. «Estamos convencidos de que el teatro es un espacio único de contacto y comunión entre las personas. Nada más popular, democrático, integrador y movilizador que el teatro, un espacio que propone compartir emociones, reconocer nuestros sentimientos y reconocernos en el otro». Con este espíritu se llevan adelante programas educativos como el reconocido Shakespeare para todos, en establecimientos de las sedes de la Villa 20 y Ciudad Oculta; el programa Festival Shakespeare en la escuela, que este año realiza su quinta edición, y la entrega a escuelas y bibliotecas de la adaptación que Orozco hizo de Hamlet, en versión manga, con ilustraciones de Emma Vieceli.

¿Tu objetivo es que Bardo sea popular?

Me gusta la idea de que el público se apropie del texto, lo sienta cercano, y que el director se sienta libre a la hora de trabajarlo, de adaptarlo. Me gusta que se trabaje sin prejuicios. En mi caso, cuando tengo que adaptar, lo hago desde el texto original, me permito hacer una versión fiel a la original, pero con algunos guiños a la realidad actual, pero siempre manteniendo el espíritu del 1600.

El año pasado presentaste en el Centro Cultural de la Cooperación una puesta de Hamlet en el que ahondaste en la resignificación de los roles femeninos.

Siempre vi en las puestas de Hamlet una mirada prejuiciosa y machista sobre los roles femeninos. Me interesó rescatar al personaje de Gertrudis, siempre estigmatizada y señalada como una mujer inmoral, astuta, fría y calculadora. Hoy, los movimientos feministas que pisan tan fuerte te piden revisar todos los papeles de vuelta.

El jueves 27, subirá al escenario del CCK Las mujeres de Shakespeare, espectáculo con dramaturgia y dirección de escena de Orozco en el que Norma Aleandro encarnará a las mujeres de las principales obras del autor inglés, acompañada por la musicalización en vivo de la Orquesta Sinfónica del Sodre (Ossodre), dirigida por Diego Naser. «Sus mujeres, las de Shakespeare, algunas protagonistas exclusivas, otras partícipes necesarias de la trama, se presentan vitales, soñadoras, enamoradizas, rebeldes, ambiciosas y, algunas, vengativas -reconoce Orozco-. Julieta, Cleopatra y Ofelia se consuelan; Desdémona, Hermia y Cordelia enfrentan a sus padres mientras que Miranda y Jessica les obedecen a regañadientes. Rosalinda, Viola y Porcia se travisten para cumplir con sus deseos. Beatriz y Catalina hablan sobre la independencia femenina camino al altar. Tamora, Volumnia, la Reina Isabel y la duquesa de York llorarán el asesinato de sus hijos junto a las maldiciones de la Reina Margarita. Gertrudis se sacrificará por Hamlet y Lady Macbeth será llevada a la locura por la ambición de poder».

Piensa en lo que se viene, en la flamante productora que con la ayuda de la Embajada Británica intentará fortalecer la relación cultural y trazar un puente entre producciones locales e inglesas. Se detiene y quiere poner foco en el texto que actualmente escribe sobre los reyes de Shakespeare, un estudio de poder que espera subir a escena. También imagina el día en el que visitará el jardín del Palacio de Buckingham para tomar el té en los encuentros tradicionales que hace la reina Isabel II de Inglaterra.

Los rostros de Shakespeare y Beckett cubren las paredes de su oficina y sus obras se apilan en la biblioteca. También aparecen en escena Batman y Superman. Lo confiesa, es seguidor de DC y muestra orgulloso las firmas de Christopher Reeve y Adam West, pero ahora, reconoce que por su hijo de cuatro años, Eliseo está descubriendo el universo Marvel.